Sabemos que para ustedes decidir dejar a su hijo, en un espacio ajeno a su hogar y al cuidado de personas extrañas no es fácil.

Con el propósito de hacer más amigable este periodo y contribuir a su tranquilidad, hemos creado este pequeño texto para compartir con ustedes nuestros conocimientos sobre el desarrollo de los niños y nuestra experiencia de más de 18 años, durante los cuales hemos acompañado a todos los padres que han pasado por la misma situación.

Para su hijo la guardería y las maestras son personas desconocidas; necesitan tiempo para conocerlas y reconocerlas como fuente de cuidados, cariño, y por ende de seguridad, pues hasta ahora su bebé había aprendido poco a poco a reconocerlos e identificarlos como las únicas personas de las cuáles recibía cuidados y cariño.

Este reconocimiento le da seguridad porque se encuentra en un periodo de indefensión y depende de los adultos; todo le es desconocido, y su capacidad de comunicación es incipiente.

Después de los seis meses, cuando ya logran identificar plenamente a los adultos que los cuidan no desean separarse de ellos y/o estar con personas que no conocen.

Este tiempo, requerido para la creación de un vínculo de seguridad y afecto es lo que llamamos: PERIODO DE ADAPTACIÓN; para los niños de entre los seis meses y 2 años y medio es paulatino; al principio los niños inician quedándose una hora diaria en un horario fijo, una semana completa, SIN FALTAR NI UN DÍA.

Para poder crear una nueva rutina estas condiciones se deben de respetar, pues los niños pequeños aprenden a entender nuestro mundo a partir de las actividades que se vuelven hábitos, lo que les permite predecir lo que va a pasar y eso les da tranquilidad.

De la misma manera que establecen rutinas en casa, establecerá rutinas en la guardería y sabrá que después de la comida llega mamá y se va a casa. Es su manera de entender el mundo cotidiano.

Durante esta etapa es muy normal que llore al separarse de ustedes o de los adultos que conoce. Le angustia saber que pasará un tiempo sin ustedes, pero su maestra lo tranquilizará y se calmará rápidamente.

El tercer día suele ser el más difícil y llorará más que los otros días, porque la experiencia de los días anteriores le indica que a partir de entonces pasará un rato en la guardería sin sus padres y fuera de su casa, por lo que esta asimilación necesita ser procesada de alguna manera, y la manera que conoce y puede es a partir del llanto, es decir llorar le ayudará a sacar sus emociones y así elaborar la separación y permitirse entrar a un nuevo círculo social, conviviendo con sus compañeros y maestras en un lugar diferente, lo que a la larga le ayudará a poder diferenciarse de los padres, adquirir su individualidad e iniciar un nuevo proceso de crecimiento y socialización.

El llanto del tercer día le permitirá pasar el siguiente día tranquilamente, el llanto habrá hecho su trabajo de resignación y/o elaboración de la pérdida momentánea de sus padres, en última instancia dar otro paso en su proceso de individualización.

El cuarto y quinto día disminuirá la angustia, porque venir a la guardería, estar un momento sin papá y sin mamá se habrá convertido en parte de su cotidianidad, pues a partir de la repetición diaria de los mismos sucesos ha comprobado que ustedes regresan por él y que las maestras se encargan de darle los cuidados que necesita y por consecuencia intuirá que no hay razón para llorar; quizás sólo lo hará en el momento de la separación. Después del periodo de adaptación es probable que sólo llore al entrar a la escuela, es decir en el momento que se separa de ustedes, y posteriormente se calmará al entrar a su salón y ver a sus compañeros y a su maestra.

Al iniciar la siguiente semana a veces es como empezar de nuevo, porque al pasar dos días sin asistir al Centro les hace olvidarse o considerar la posibilidad de que ya no los traerán (dependiendo de la edad), pues para un bebé dos días es mucho tiempo, sin embargo recuerdan muy pronto a la maestra y el espacio tranquilizándose en un tiempo corto, posteriormente a esto, no llorará al menos que esté enfermo, no haya dormido bien o exista alguna situación extraordinaria en casa.

El proceso descrito es el más común; sin embargo todos los niños son diferentes y algunos necesitan más o menos tiempo para adaptarse. Lo que les informaremos en su momento.

Como los niños no pueden hablar, su conocimiento del mundo es a partir de lo que sienten, de tal manera que pueden percibir cuando las personas que aman y que integran su mundo están tristes, alegres o preocupadas; al sentir a los padres preocupados, él también se preocupará sólo que él no sabrá de dónde nace esa inquietud y simplemente no se sentirá seguro; esta inseguridad la asociará con la guardería, lo que dificultará la adaptación.

Por el bien de sus hijos, es deseable que ustedes no estén angustiados y tomen esta decisión con calma y serenidad. Deben de estar seguros de que su hijo comenzará a relacionarse con otros niños y tendrá un agradable espacio físico y emocional diferente al de ustedes, y que al darle confianza él podrá sentirse seguro y tranquilo en el Centro.

El estar firmes en la decisión que se toma evitará que a la semana o al tercer día piensen que «mejor no», perjudicando a su hijo, pues él habrá pasado por casi todo el proceso en vano y al no estar consolidado sólo lo habrá vivido como una mala experiencia y no como la posibilidad de compartir, conocer y crear nuevas relaciones afectivas que a la larga serán parte de su crecimiento y de la vida misma.

Dejemos a nuestros hijos construir su propia individualidad. Es nuestra labor como padres hacer de ellos personas libres e independientes.

Ellos te lo agradecerán y tú vivirás con satisfacción esta experiencia.